2023-12-17 – Zaqueo bájate del Sicómoro – Palabras de Vida.

Reflexión Bíblica basada en el evangelio de Lucas, capítulo 19, versículos del 1 al 10.

Un día Zaqueo que habitaba en Jericó, escucha que el maestro de Galilea, el Salvador, estaba pasando por su ciudad.
Habiendo escuchado quizá muchas veces de la boca de sus compatriotas, acerca de la fama; y de las maravillas; y de los milagros de salvación, es decir el cambio de vida, que tenían todos aquellos que tuvieron un encuentro con él. Creaba alrededor de Zaqueo, un vivo deseo de querer conocerlo en persona. Era como una fuerza inexorable que lo empujaba. En él seguramente se creaba una necesidad imperante, de conocer al Rabino, al que muchos llamaban: el Señor y el Cristo.

Zaqueo era un hombre de baja estatura, tal vez sufrió desde muy joven, la burla de sus allegados y conocidos. Eso debió crear en él un sentimiento de revancha que lo motivó a luchar contra esa presión que golpeaba su autoestima personal. Su lucha bien lo pudo haber llevado a desear aprender a leer y escribir y capacitarse en temas contables e interesarse en los negocios, para así poder golpear a su compatriotas con aquello que más podría afectarles: el pesado yugo de impuestos que Roma tenía sobre los judíos.

Tal vez por eso aplico para ser publicano, y no solo un publicano cualquiera, si no que destacó y llegó a ser uno de los jefes de los publicanos. Alcanzando estatus social y reconocimiento dentro del ámbito de los conquistadores romanos y sus lacayos publicanos, pero a su vez ganándose también el odio de sus compatriotas judíos, que ahora lo despreciaban, por ser un servil al enemigo opresor romano.
¡Triste, muy triste era la vida de Zaqueo!

Ahora tenía: reconocimiento; estatus social; poder para abusar; robar y oprimir a su propio pueblo; mucho dinero y protección dada por los romanos en su calidad de publicano y cobrador de los impuestos, al servicio del Cesar Romano; pero siempre llevaba la culpa, el odio y quien sabe la sed de venganza contra su propio pueblo que lo subestimo y considero en su momento como el “chato” sin futuro.

A lo mejor algún hombre natural y sin Dios, bien podría decir:
¿Qué más podría necesitar Zaqueo, si tenía fama, dinero y buena vida?
Es decir lo tenía: ¡Todo! Según el hombre sin Dios; mas la triste e inexorable realidad es que la vida sin Dios, es una vida miserable. ¡No hay paz para el impío! (Isaías 57:20-21)

Entonces, resumamos el estado de la vida de Zaqueo, de la siguiente manera:

• Estaba lleno de dinero en relación a sus compatriotas y como un mejor estatus social, pero con el alma vacía.
• Ahora tenía el respeto que tanto quería de los demás hacia él, pero un respeto basado en la fuerza de los soldados romanos.
• Tenía dinero ahora, pero no el afecto de su pueblo. La avaricia y su entronización en su alma, era tal vez la manera de llenar ese vacío que tenía en el alma, pero : ¿De que valía tener mucho dinero y ser despreciado por su gente? ¡De nada! (Lucas 12:13-21).
• Es por eso que su vida repleta del materialismo estaba vacía, y a pesar de las ropas lujosas su alma estaba desnuda y expuesta,
• A pesar de estar en la altura de la sociedad servil a Roma, su alma estaba en lo bajo que da la avaricia y el amor a las riquezas, pisoteada por el desprecio de sus compatriotas por su papel al servicio del enemigo invasor, que los oprimía con impuestos (1 Timoteo 6:10-11).

Es esa condición que el poderoso Espíritu Santo(Juan 16:8-11) actúa sobre Zaqueo, dándole un llamado inexorable, potente y eficaz; que le pone el querer como el hacer: Querer ver al mesías prometido, pero también el hacer, de subirse al árbol para contemplarlo y verlo pasar. (Filipenses 2:13). Subido en el sicomoro observa al maestro hasta que el propio Señor Jesucristo lo ve allá arriba en el árbol y le habla y le invita a bajar de prisa, con urgencia e indicando que era necesario que bajase del árbol para que él entrase a su casa y pasara con Zaqueo, su familia y amigos. Es decir que el Señor visite su casa. El hijo de Dios, venía a la casa de un pecador para buscar lo que estaba perdido y traer salvación, eso es lo que hace Cristo en el hombre natural. Lo cambia, le da una nueva vida y lo de baja de ese árbol donde estaba instalado, para solo mirar la vida desde su árbol de apariencias, cargado de la frutos de su vida lleno de odio, baja autoestima y un amor por el dinero desmedido con el que intentaba llenar el enorme vacío de su alma, pero como el obrar del salvador es completo, no solo Zaqueo, disfruto y fue beneficiado de la presencia del Señor ahora en su vida, si no que también su familia, pues las palabras del Señor Jesucristo, también fueron: “Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo[…]”

¡Cristo venció una vez más!
¡El Señor y Salvador encontró lo que se había perdido y trajo salvación a todo un hogar!

Finalmente:
¿A lo mejor está subido en un árbol, viendo de lejos al Señor?
¿Por qué no bajas de prisa y le invitas tú mismo a que cene en tu corazón y se entronice en tu hogar?

¡Hazlo bajo la guía del Espíritu Santo!

¡El Espíritu Santo te convencerá, te llevará a un sincero arrepentimiento, una necesidad única de tener el perdón de tus pecados. Él te animará y te dará el querer como el hacer, según su buena voluntad!

En Jesucristo, el Señor.

Hno. Rafael Salinas.

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Que Dios le bendiga.